DESAFÍO DEL AMOR 11
EL AMOR VALORA
Así también deben
amar los maridos a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. (Efesios 5:28)
Considera estas dos situaciones. Un hombre posee un auto
viejo que comienza a tener problemas serios, así que lo lleva al mecánico.
Luego de una evaluación, le dicen que necesitará una puesta a punto completa,
lo cual es demasiado para su presupuesto limitado. Debido a las costosas
reparaciones, el hombre decide deshacerse del auto y gastar su dinero en un
nuevo vehículo. Parece razonable, ¿no es así? Otro hombre, un ingeniero, tiene
un accidente y una máquina le aplasta la mano. Corre al hospital, le sacan una
radiografía y descubre que se le han roto varios huesos. Aunque se siente
frustrado y dolorido, usa de buena gana sus ahorros para que lo traten, le
coloquen un yeso y luego, con esmero cuida la mano durante los meses siguientes
hasta que se restaura. Es probable que esto también te parezca razonable. El
problema en nuestra cultura es que al matrimonio a menudo se lo trata como en
la primera situación. Cuando hay problemas de relación, te animan a cambiar a
tu cónyuge por un "modelo más nuevo". Sin embargo, los que tienen
esta visión no comprenden el lazo importante que existe entre el esposo y la
esposa. La verdad es que el matrimonio se parece más a la segunda situación.
Forman parte el uno del otro. Si te lastimaras la mano, nunca te la cortarías,
sino que pagarías todo lo que estuviera a tu alcance para obtener el mejor
tratamiento médico posible porque tu mano es invalorable para ti. Es parte de
ti.
Tu pareja también. El matrimonio es un misterio hermoso
creado por Dios, en el que se unen dos vidas en una. No solo sucede a nivel
físico sino también a nivel espiritual y emocional. Comienzan compartiendo la
misma casa, la misma cama y el mismo apellido. Su identidad como individuos se
une. Cuando tu cónyuge atraviesa una tragedia, los dos la sienten. Cuando
tienes éxito en tu trabajo, los dos se alegran; pero en algún momento del
camino, te desilusionas y se instala la realidad aleccionadora de que te
casaste con una persona imperfecta. Sin embargo, tu cónyuge sigue formando
parte de ti y esto no cambia. Efesios 5:28-29 dice: "Así también deben
amar los maridos a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. El que ama a su
mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino
que lo sustenta y lo cuida". Este versículo les habla a los esposos, pero
fíjate cómo se describe a cada miembro. Se considera a los dos como la misma
carne. Debes tratar a tu cónyuge con el mismo cuidado y amor con el que te
tratas a ti mismo. Cuando le demuestras amor a tu cónyuge, también te
demuestras amor a ti mismo. Sin embargo, esta moneda tiene dos caras. Cuando
maltratas a tu pareja, también te maltratas a ti mismo. Piénsalo. Ahora, sus
vidas están entretejidas. Tu cónyuge no puede experimentar alegría o dolor,
bendición o maldición sin que también te afecte. Así que cuando atacas a tu
pareja, es como atacar a tu propio cuerpo.
Es hora de permitir que el amor cambie tu forma de pensar. Es
hora de entender que tu cónyuge forma parte de ti de la misma manera que tu
mano, tu ojo o tu corazón. Tu esposa también necesita que la amen y la valoren.
Y si hay algo que le cause dolor o frustración, deberías preocuparte por estas
con el mismo amor y cuidado con el que tratarías una herida del cuerpo. Si tu
esposo tiene alguna
herida, deberías considerarte un instrumento que ayude a traer sanidad a su
vida. Con esta perspectiva, reflexiona en cómo tratas el cuerpo físico de tu
cónyuge. ¿Lo valoras como el tuyo? ¿Lo tratas con respeto y ternura? ¿Te
deleitas en tu cónyuge tal cual es? ¿O acaso lo haces sentir tonto y
avergonzado? De la misma manera en la que atesoras tus ojos, tus manos y tus
pies, deberías atesorar a tu cónyuge como un regalo invalorable. No dejes que
la cultura que te rodea determine el valor de tu matrimonio. Compararlo con
algo que puede descartarse o reemplazarse es deshonrar el propósito de Dios
para el matrimonio. Sería como amputarse un miembro. En cambio, debería ser una
imagen de amor entre dos personas imperfectas que eligen amarse mutuamente sin
importar lo que suceda. Cada vez que un hombre mira a su esposa a los ojos,
debería recordar que el que ama a su esposa se ama a sí mismo. Y la mujer
debería recordar que cuando ama a su esposo, también se da amor y honra a sí
misma. Cuando miras a tu cónyuge, lo que ves es parte de ti. Así que trátalo
bien. Habla bien de él. Aprecia y valora al amor de tu vida.
El
desafío de hoy
¿Qué
necesidad de tu cónyuge podrías satisfacer hoy? ¿Puedes hacer un recado? ¿Quizá
darle un masaje en la espalda o en los pies? ¿Podrías ayudar con las tareas de
la casa? Elige un gesto que diga: "te valoro" y hazlo con una
sonrisa.
__Haz una
marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.
¿Qué elegiste
para demostrar que valoras a tu pareja? ¿Qué aprendiste de esta experiencia?
Y dirigiéndose a él, Jesús le dijo: ¿Qué
deseas que haga por ti? (Marcos 10:51)
Siempre debemos estar dispuestos a apoyar a nuestra pareja en todo momento y nunca desfayecer en ningún momento y siempre con la ayuda de Dios y con ayuda del espíritu santo y siempre ayudar a su pareja
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