DESAFÍO DEL AMOR DÍA 26: EL AMOR ES
RESPONSABLE
Al juzgar a otros te condenas a ti
mismo, pues haces precisamente lo mismo que hacen ellos. (Romanos 2:1 DHH)
El
día de hoy será difícil; pero si buscas la fortaleza y la sabiduría de Dios,
podrás lograrlo. Si lo permites, este día podría ser un hito en tu matrimonio.
Así que decide concentrarte en lo que el Señor puede estar diciéndote y
proponte seguir su guía. Hoy nos referiremos a la responsabilidad personal, es
algo que todos reconocemos que los demás deberían tener, pero que nosotros
creemos tener. A las personas cada vez les cuesta más reconocer sus propios
errores. Lo vemos en la política, lo vemos en los negocios, lo vemos en los
titulares sobre los famosos. Sin embargo, no es solo un problema de los ricos y
famosos, para encontrar un ejemplo de alguien que tiene una excusa para cada
acción, lo único que debemos hacer es mirarnos al espejo. Somos sumamente
rápidos para justificar nuestras intenciones; sumamente rápidos para desviar la
crítica; sumamente rápidos para criticar... en especial a nuestro cónyuge, a
quien es siempre más fácil culpar.
En
general, creemos que nuestra opinión es la correcta, o al menos, mucho más
correcta que la de nuestro cónyuge, y creemos que dadas las mismas
circunstancias, cualquiera haría lo mismo en nuestro lugar. En lo que a
nosotros respecta, hacemos lo mejor que podemos y nuestro cónyuge debería estar
agradecido de que seamos tan buenos con él. Sin embargo, el amor no culpa a
otro con tanta facilidad ni justifica las intenciones egoístas. No le importa
demasiado su propio desempeño sino las necesidades de los demás. Cuando el amor
se hace responsable de sus acciones, no lo hace para probar lo noble que has
sido sino para admitir cuánto te falta por recorrer.
El
amor no pone excusas, se esfuerza por lograr un cambio: en ti y en tu
matrimonio. Por eso, la próxima vez que estés en medio de una discusión con tu
cónyuge, en lugar de mejorar tus respuestas, detente a ver si hay algo que
valga la pena escuchar en lo que tu cónyuge dice. ¿Qué sucedería en tu relación
si en lugar de culpar al otro, admitieras primero tus propios errores? Como
dicen las Escrituras: "La reprensión aprovecha al inteligente más que cien
azotes al necio" (Proverbios 17:10 RVR1995). El amor es responsable y está
dispuesto a admitir y a corregir sus defectos y sus errores con franqueza. ¿Te
haces responsable de esta persona a la cual elegiste como el amor de tu vida?
¿Buscas en forma intencional cubrir las necesidades de tu cónyuge? ¿O sólo te
preocupa que él cubra las tuyas? El amor nos llama a hacernos responsables de
nuestro compañero en el matrimonio. A amarlo, a honrarlo, a valorarlo. ¿Te
haces cargo de tus propios errores? ¿Le has dicho o hecho algo a tu cónyuge (o
a Dios) que esté mal? El amor procura una buena relación con Dios y con tu
cónyuge, y así, se crea un marco para que las demás áreas se acomoden.
Quizá
pase un tiempo hasta que se cree en ti un verdadero corazón arrepentido.
El
orgullo se resiste mucho a la responsabilidad, pero la humildad y la sinceridad
ante Dios y hacia tu cónyuge son cruciales para una relación saludable. Esto no
significa que siempre estés equivocado y tu cónyuge siempre tenga la razón. No
quiere decir que debas dejarte pisotear; pero si algo está mal entre tú y Dios
o entre tú y tu cónyuge, debería ser tu prioridad. "Si decimos que no
tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en
nosotros" (1 Juan 1:8) Sin embargo, "si confesamos nuestros pecados,
[Dios] es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda
maldad" (1 Juan 1:9). En primer lugar, confiesa tus áreas de pecado;
entonces, estarás en una mejor posición para resolver las cosas con tu cónyuge.
Para caminar con Dios y mantener su favor, debes permanecer limpio delante de
ÉL no significa que nunca puedas tropezar, sino que debes confesárselo a Dios y
pedirle perdón cuando actúes mal. ¿Tu cónyuge puede decir que lo has ofendido o
herido de alguna manera y que nunca le pediste perdón? En parte, hacerse
responsable es admitir cuando fracasas y pedir perdón.
Es
hora de humillarte, corregir tus ofensas y reparar el daño, es un acto de amor,
Dios no quiere asuntos pendientes entre ustedes.
El
problema es que para hacerlo con sinceridad debes tragarte el orgullo y buscar
el perdón sin importar cómo responda tu cónyuge.
Debería
perdonarte, pero tu responsabilidad no depende de su decisión. Admitir tus
errores es tu responsabilidad. Si te ha ofendido, él tendrá que lidiar con eso
en otro momento. Pídele a Dios que te muestre en dónde has fracasado en tu
responsabilidad, y arregla las cosas con Él primero. Cuando lo hayas hecho, es
necesario que resuelvas los problemas con tu cónyuge. Quizá sea lo más difícil
que hayas hecho jamás, pero es crítico para dar el próximo paso en tu
matrimonio y con Dios. Si eres sincero, quizá te sorprenda la gracia y la
fortaleza que Dios te concede al dar este paso.
El
desafío de hoy
Separa
tiempo para orar por las áreas en las que has obrado mal. Pídele perdón a Dios
y luego humíllate lo suficiente como para confesárselas a tu cónyuge, hazlo con
sinceridad. Pídele perdón a tu cónyuge también. Sin importar cómo responda,
asegúrate de cumplir con tu responsabilidad en amor. Aún si responde con
crítica, acéptala y recíbela como un consejo.
__Haz una marca
aquí cuando hayas completado el desafío de hoy ¿Qué necesita ver tu cónyuge
para creer que tu confesión fue más que simples palabras? Que cada uno
examine su propia obra
[...] solamente
con respecto a sí mismo. (Gálatas 6:4)
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